¿Qué haremos cuando muera Dio?

Amigos, estamos atravesando un momento difícil. Los héroes bajo cuya sombra nos hemos criado se están haciendo viejos. Poco a poco van cayendo. Este mismo año nos han dejado unos cuantos. Los demás aguantan a duras penas. Los años no pasan en balde, y a aquellos cuya lucha los ha llevado a la cima también se ven afectados.

¿Dónde están los nuevos talentos? ¿Por qué nadie recoge el testigo?

Hace poco, el viejo oso canadiense, Neil Young, contestaba a la pregunta de porqué seguía componiendo, mandando mensajes a traves del rock y saltando a los escenarios a pesar de tener ya sus sesenta pico años. Él contestó que lo hacía porque no había nadie que lo hiciera por él. Nadie había ocupado su lugar.

Pensad en los grandes. De cualquier disciplina cultural. Música, literatura, cine, arte, etc... ¿Cuántos siguen vivos? Y de esos vivos ¿cuántos se pueden llamar todavía jóvenes? Pocos, muy pocos.

Pongamos algún ejemplo de los ámbitos que más trabajamos en este blog. El cine por ejemplo. ¿Cuántas películas buenas se han estrenado últimamente? Pero no películas que nos hayan gustado, no, no, me refiero a un peliculón. Una de esas películas orgásmicas, que te dejan una sensación plena después de verlas. Una película como las de antes. Puedo contarlas con los dedos de una mano, y aún me sobran para jugar a las canicas.

Y lo mismo pasa en todo. Estamos estancados. Todo lo que surge ahora es débil. Nada realmente valioso. La opinión pública encumbra cada cosa que se hace como una obra maestra, pero esto no es sino otro signo de la decadencia cultural que nos oprime. Ya no hay ideas originales. De vez en cuando surge alguna, pero después de brillar un poco suele terminar apagándose. Muy pocas llegan a buen puerto.

Y los frikis no nos salvamos. Voy a pegar donde duele: los comics. Un ámbito puramente friki. Marvel y DC están tan estancadas como cualquier otra cosa. Una y otra vez las mismas putas historias. Año y años contando lo mismo y sin cambiar mucho porque le metan crisis de por medio o lo sitúen en épocas distintas. Venga, ¿a quién pretenden engañar? El cómic está enfangado en la misma decadencia que el resto.

Y el arte. No quiero hablar del arte moderno porque me pongo malo. Sólo lo resumiré en una frase del sargento Hartman: "Eres tan feo que podrías estar en un museo de arte moderno."

La música. Es cierto que se hace mucha música. Demasiada. Incluso si obviamos la basura musical, que es la mayoría, y nos centramos en la música de verdad veremos que se hace bastante. Si, música que nos gusta. Pero al igual que con las películas, ya no se hacen obras maestras. ¿Ha salido algún disco últimamente que haya merecido la pena comprarse? Pocos, y casi todos ellos de los viejos guerreros de siempre.

Tal vez sea en la literatura donde encontremos cierta esperanza. Hay cosas bastante buenas escritas por autores más o menos recientes, incluso alguna que merezca ser encumbrada. Lo malo es que están flotando entre la gran cantidad de porquería que llena páginas y páginas de miles de libros.


Como vemos el panorama pinta muy negro. Vivimos en una nueva edad oscura, donde lo bueno ha sido relegado en beneficio de lo vulgar, donde el buen gusto ha sido derrotado por la zafiedad, un agujero de donde la mediocridad no nos deja escapar.

Pero no sonriáis creyéndoos especiales. No penséis que sólo la “sociedad” está podrida. Porque entre los frikis y el resto de tribus librepensadoras la zafiedad también hace mella. Y muy duramente además. Es cierto que entre nuestras filas se cuentan algunos de los integrantes de la pequeña élite cultural que da esperanzas al mundo, pero también encontramos muchos adictos a la caspa.


Y ahora yo os digo, hermanos, que tenemos que hacer algo. En nuestras manos está la fuerza para cambiar todo esto. Hagamos cosas buenas. Cosas dignas de mención. Unamos nuestras manos para coger el relevo, ese testigo que nos tienden los héroes del ayer. Sigamos su camino, para que su lucha no haya sido en vano.

Porque, resumiendo con un icono genérico: ¿Qué haremos cuando muera Dio? Caminaremos a ciegas, y si no surge alguien que recoja su legado, caeremos en el abismo. Y lo peor es que si dejamos que esto pase, ni siquiera quedará nadie para reprochárnoslo.