Mostrando entradas con la etiqueta Chinas en bolas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Chinas en bolas. Mostrar todas las entradas

jueves, 9 de octubre de 2008

Los vasitos de Sake

Se que muchos de vosotros, frikis de pro, sois amantes de la cultura nipona. Yo, algo cateto para apreciar las sutilezas de oriente nunca me vi demasiado atraído por ella. Quince años de judo, las pelis de la segunda guerra mundial, los Cinco Anillos y Hiro Nakamura son todo mi contacto con los japos. Bueno, fui con Khazum a ver que se cocía en el expomanga, pero no considero esa experiencia precisamente como un acercamiento.

Luego, reflexionando vi que si tenía algo más de contacto. Las raciones precocinadas de arroz cantonés (aunque sean chinas) me han salvado más de una vez de morir de sobredosis de pizza. También mi afición por las salsas me ha hecho entrar en contacto con los sabores de Asia en muchas ocasiones. Y claro, los restaurantes. Ya sean chinos, vietnamitas, japos o coreanos (no los diferencio), ahí si que he comido un montón de veces.

Recuerdo uno en especial. Un buffet libre. Con una cinta transportadora que va haciendo pasar la comida por todas las mesas. Si. Recuerdo que a los pobres desgraciados que estaban a partir de nosotros no les llegaban más que platos vacíos...

Lo más curioso del buffet es que al pedir la cuenta le hacían un regalito a cada comensal. Y la verdad es que por los 15 talegozoides que costaba aquello ya nos podían haber hecho también reverencias.

Total, que entre los regalitos se podían elegir diversas chorradas: los horribles gatitos esos dorados que mueven la pata, unos palillos molones, un abanico y ese tipo de cosas. Yo, siempre tan práctico, elegí un vasito de sake. De hecho, como el montón de regalitos estaba junto a la salida, elegí 7 vasitos de sake, los que me cabían en la chupa.


Y llegué a casa tan contento pensando en que fácilmente había incrementado mi ajuar con unos valiosos vasitos de sake. Lo que no sabía entonces era lo valiosos que eran en realidad.

Los vasitos en cuestión, como veis en las fotos, eran los típicos vasitos de licores fuertes, pero tenían una peculiaridad, una especie de canica en el fondo.


No tenía ni idea de porqué había una canica en el fondo de mis vasitos. Hasta que decidí probarlos, más que nada por hacer la gracia. Los lavé un poco (es mejor asegurarse) y me serví agua.

El agua iba cubriendo la canica, y según lo hacía, se empezó a ver una imagen. Que ingenioso. Al estar vacío la canica desviaba la luz, pero al llenarlo, el agua contrarrestaba la desviación y se veía la imagen.

Cuando cubrí la canica entera puede ver la imagen completa. ¿Qué era aquello? Al principio me costó verlo, no me lo esperaba. ¡Ah! ¡¡Una china en bolas!!


Rápidamente probé en otro vaso.


¡Otra!

Luego ya probé en los demás y las chinas se repetían. Por desgracia sólo había dos modelos. Pero eso no enturbiaba mi alegría. ¡Mis vasitos de sake tenían chinas en bolas escondidas debajo de las canicas! No eran unos vulgares vasos de sake: eran unos geniales ¡vasos de sake porno! Realmente había sido una importante adquisición para mi ajuar. No todo el mundo tiene porno escondido en el fondo de sus vasos...


Después de aquello comprendí la verdadera grandeza de los imperios de oriente, y supe porque tantos de vosotros sois amantes de esas culturas.

Así que decidí conocerlas más a fondo. ¿Quién sabe que sorpresas me depararán? ¿Qué misterios encontraré? Oriente me abre sus piern... puertas para que yo descubra sus secretos. En el fondo de un vaso, en el mango de una katana, entre las sedas de un kimono, bajo los maquillajes de las geishas, en los refranes de Confucio, en los burdeles de Bangkok...

¡Oh, Maravillas de Oriente! ¡Allá voy!

Comenta con nosotros. Hasta el pequeño Cthulhu lo hace desde su nuevo móvil con tecnología 3G.

Comentad, comentad. Cuanto más comentéis, antes volverá Cthulhu desde su encierro abisal en R'Lyeh.