¡Teletransporte ya!
Mmnnos días, amigos frikis. Vamos con un poco de disertación científicofilosófica.
Somos muchos los que, curtidos en mil novelas, series y películas de ciencia-ficción, hemos soñado y teorizado durante años con el teletransporte. El medio de transporte definitivo, qué digo, ni siquiera de transporte, puesto que no hay desplazamiento, es el método de reubicación definitivo. El método de ya estar allí.
Todos (y estoy seguro de que verdaderamente TODOS) hemos deseado alguna vez tener un teleportador en casa, para llegar instantaneamente al lugar destino. Saber que tienes que legar a las 9:00 y que son las 8:56 y aún no has salido de casa es motivo de angustias y prisas y al final con prisas las cosas no salen bien. Con el teletransporte no habría problema, todavía te quedarían 4 minutos para tomarte el café o leer SdR.
¿Y si se te olvida algo en casa? Por ejemplo, los dados en una tarde de viernes. No problemo, podrías, con toda la razón del mundo decir "vuelvo en un segundo", y efectivamente no tardarías más que el tiempo de coger la bolsita de los dados y volver a pulsar el botón verde.
Y que decir de las distancias. Nada. Nada, porque las distancias ya no significarían nada. Uno podría vivir tranquilamente en Villatripas de Abajo y sin embargo trabajar en un rascacielos de Tokyo. Se acabaron las colas, las facturaciones, lo de andar descalzo y sin cinturón por medio aeropuerto, los atentados con aviones... ventajas innumerables.
Y sin embargo, queridos amigos, si mañana me ofrecieran poner un teleportador en mi casa yo respondería con un enérgico ¡NO! ¿Por qué no? Pensaréis que estoy loco, rechazando de este modo lo que tantas generaciones de fans de Star Trek y Space Quest han imaginado en sus sueños más húmedos.
Pues bien, lo rechazaría por varios motivos. Primero, que si me lo ofrecieran mañana, sería el timo de la estampita, porque todavía no se ha desarrollado la tecnología necesaria para teletransportarse con éxito y mucho menos una red mundial de teleportadores en todos los hogares del mundo.
Pero bueno, imaginemos que sí, que de pronto alguien da con la fórmula mágica y consigue crear un sistema de teletransporte efectivo, barato y fácil de usar. Telefónica se haría con los derechos y en unas cuantos semanas todos tendríamos nuestro módulo teleportador en casa por sólo 13,99 euros al mes.
Aún así diría que no. Pero mi motivo de rechazo no es por la eficiencia del sistema, o por seguridad, o por la nostalgia de esas seis horas de viaje, bajo un sol de justicia y con atascos continuos para ir de Madrid a la playa en vacaciones. No. Mi motivo radica en la propia definición del método.
El teletransporte consiste en desintegrar un cuerpo y volverlo a materializar en el mismo instante en otro punto, reconstruyendo no sólo la estructura física, sino también todas las conexiones sinápticas, de manera que el individuo que salga del teleportador B sea exactamente el mismo que entró en el teleportador A.
Esto ya es decir mucho. Porque estamos dando por hecho que se mantienen las conexiones sinápticas y por lo tanto la mente es la misma, aunque lo más probable es que esto no se consiguiese porque los impulsos nerviosos son eléctricos, y no creo que el reconstruidor pudiese generar en el cuerpo B los impulsos eléctricos de A, ya que se trata de un flujo variable de energía, no de masa.
Pero en cualquier caso, suponiendo que si, que fuese perfecto y el individuo que llega a Tokyo fuese igual que el que se ha ido de Villatripas, en ese caso sería igual, pero no el mismo. El individuo B es idéntico, una réplica exacta al 100% (siempre que no haya fallos, no olvidéis La Mosca), un clon perfecto -aunque clon no sea el término más adecuado- del individuo A, pero no sería el individuo A. Nimendil A, estaría muerto. Habría sido desintegrado en su módulo de Villatripas. Nimendil B no lo sabría, para él, el teletransporte habría sido exitoso.
Para entender más fácilmente esto que os digo, imaginad que B se crea antes de la desintegración de A. Hay un punto en el tiempo en el que hay A y B coinciden, aunque en coordenadas espaciales distintas. En el siguiente punto temporal, A es desintegrado fríamente, ante los ojos admirados de todo el mundo y con aprobación de las autoridades sanitarias.
"¡Oh, ha desaparecido, se ha teletransportado!" No señora, está muerto, se ha desintegrado. Y el que va a venir a las tres a comerse los canelones ni siquiera será B, que morirá desintegrado en Tokyo, sino C. Y el que luego te de las buenas noches después de ir al salón del cómic de Wichita, Kansas, ni siquiera será E, sino que será G, porque antes de ir al salón fue a casa de un colega en Malmo para probar el nuevo Battlefront.
Aunque aún podría ser útil. Pensad que no sólo serviría para enviar personas, sino objetos inanimados. Se acabarían las esperas de varias semanas cada vez que compras tebeos y miniaturas por internet. Con el teletransporte te llegarían al instante. Así que como transporte de mercancias sería perfecto. Pero claro, siempre habría un gracioso de esos que cuando le das a ON, va y te empuja. En ese caso, A moriría desintegrado, pero B, después de volver desde la casa de algún cliente se vengaría de manera terrible y todo degeneraría en un baño de sangre.
Así que por todas estas cosas, yo digo NO al teletransporte.