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jueves, 21 de mayo de 2009

Space Quest: Lego Sequel Police Shuttle

Buenos días, amigos frikis. Vamos con un post nostálgico. El otro día, haciendo limpieza de archivos encontré unas fotos geniales.


Supongo que algunos la habréis reconocido. O al menos, habréis reconocido en que modelo me basé para hacer esa nave.

Lugar: Xenon. Tiempo: Ocho secuelas en el futuro. Roger Wilco ha estado haciendo de las suyas por el alcantarillado de la ciudad y ahora sale a la superficie por una alcantarilla. Y entonces llega la nave.


De la nave salen dos patrullas de Policías Temporales. Mientras registran el sector, Roger se acerca a la nave y aprovechando que no hay vigilancia se cuela en el compartimento del tren de aterrizaje.


Una vez que Roger se cuela, las patrullas regresan y la nave vuelve otra vez a la base central, fortaleza del archienemigo de Roger, el malvado Vohaul. Los patrulleros temporales se bajan y Roger puede por fin salir del incómodo hueco en el que iba oculto.


Space Quest IV (y en general la saga de SQ) fue el videojuego de mi niñez. Me influyó más de lo que podéis pensar. Ese humor ácido, esa ironía que siempre caracterizó a los dos tipos de Andrómeda. Y qué tramas. Estamos hablando de la época en que casi todo se basaba en el DOS. Los gráficos de los juegos eran simples sprites, cuatro píxels colocados con más o menos gracia. Pero la carencia de gráficos hacía que esos juegos tuviesen unas tramas geniales, complejas, llenas de puzzles y tramas secundarias cruzadas. Justo lo contrario que ahora, vaya.


Total, que a mi la nave esta de la Policía Temporal, que por cierto, inciso: en el original, es Sequel Police, porque se encargan de que no haya alteraciones entre las diferentes secuelas del juego. Genial concepto, no viajan por el tiempo, sino por las secuelas del juego. Y lo mejor es que viajan no sólo a secuelas del pasado, sino a secuelas del futuro, a juegos que todavía no habían salido (y que nunca saldrían, como ya debían sospechar los dos tipos). Bueno, fin del inciso. Pues esa nave siempre me gustó. Y mi afición a los LEGO me llevó a construirme mi propia réplica.


Estas son todas las fotos que tengo. Es una pena, porque un tiempo después deshice la nave. Ya sabéis que los LEGO son algo vivo, las piezas no se mantienen mucho tiempo en la misma posición, porque, claro, una nave está bien, pero ¿no sería mejor un super robot? Y el robot está bien, pero ¿no sería mejor una base para piratas zombies? Es como la evolución, pero con piezas de plástico.


De todos modos, por si queréis construir vuestras propias naves de la Sequel Police, viendo las fotos se puede fácilmente montar una. Aunque lo que no se ve es el compartimento interior. En la parte de atrás, unas piezas grises que se ven (se intuyen más bien) eran piezas bisagra, y toda la superficie de la parte de atrás se levantaba y había una cabina. Sólo cabía un patrullero, en vez de los cuatro del juego, pero bueno, es que era de LEGO.

En fin, tal vez un día me anime, saque las cajas de LEGO y monte de nuevo esta nave, una versión mejorada tal vez. Para que quede bien bonita y ponerla en la estantería.

Bueno, hasta aquí el espacio nostálgico de hoy, queridos frikis. El jueves que viene, más. Y no faltéis este sábado a las 12:00.

jueves, 5 de febrero de 2009

Muere Hans Beck, inventor de los "clicks"

El pasado viernes, 30 de Enero, murió uno de los hombres que más ha influido en mi vida. Aunque tengo que reconocer que hasta ayer, cuando leí la noticia, no sabía quien era Hans Beck. En mi ingenuidad infantil, nunca me planteé que alguien hubiera inventado a los "clicks" de Playmobil. Simplemente estaban allí para satisfacerme, para hacerme feliz, y eso bastaba.

Pero ahora, que tengo uso de razón, me gustaría rendir un pequeño homenaje a este hombre, creador de los mejores juguetes que he visto nunca, y los que me han hecho pasar mis mejores ratos. No voy a hablar de él, porque como digo, lo que influyó en mi no fue su persona sino su creación. Para el que quiera saber cosas sobre su vida que mire aquí en la wikipedia y en los artículos enlazados.

Recuerdo la imagen de mi cuarto, con el suelo cubierto en toda su superficie por los clicks. Un montón de muñecos diseminados entre el torreón medieval, la isla desierta, el zoo, la estación de tren del oeste... pero sobretodo, el barco pirata. El barco pirata era el buque insignia (y nunca mejor dicho) de Playmobil. Lo mejor y más majestuoso que había.


Pero a pesar de que el barco era lo mejor, mi preferido sin duda alguna era el torreón medieval. En aquella época yo ya apuntaba maneras y me veía irremediablemente atraido hacia la espada y brujería.

El torreón era espectacular. Su base era una roca enorme con una cueva dentro. La cueva se cerraba con un rastrillo y era el sitio perfecto para encarcelar a los enemigos o defenderse en caso de ataque. Desde la cueva se podía acceder al interior del torreón por una trampilla. También había una puerta secreta en la roca. Y una pequeña ranura en la que podías esconder una daga. Por la parte de fuera había unos escalones tallados en la roca que permitían subir hasta la puerta de la torre. Por la torre se ascendía con escaleras y trampillas, hasta llegar a las almenas superiores, desde donde se contemplaba todo el reino.

Pero el torreón tenía innumerables enemigos, como los caballeros negros con su catapulta, el temible dragón, o los sanguinarios piratas. El objetivo de todos ellos era raptar a la princesa que vivía en el torreón. La princesa era defendida por las siempre escasas tropas del torreón, que las pasaban canutas y sufrían muchísimo para salvarla. Pero siempre conseguían salvarla, porque a mi alter ego, un click pelirrojo bastante molón, siempre se le ocurrían unos planes estupendos.


Y recuerdo algunos cambios que hice. Por ejemplo, yo siempre había querido un buitre, pero no tenía ninguno. Así que le cambié uno a un amigo por un vaquero, que yo tenía muchos, y eso sí, dos pistolas. Ahora veo que salí perdiendo, porque aunque el buitre era una pasada (era el de las alas abiertas), las pistolas se perdían con facilidad, por lo que eran bienes muy preciados. Otro cambio que hice, este muy ventajoso, fue la gasolinera, que a mi no me interesaba lo más mínimo, por la genial isla desierta. Esa isla era chulísima, tenía una cueva y un pasadizo secreto.


El torreón que véis en las fotos es el mío. He sacado las piezas de un altillo y lo he montado para la ocasión. Faltan algunas piezas, porque están por otras cajas, y por eso parece un poco deslabazado. También he encontrado dos muñecos, que tenía apartados por ser los mejores. Pero no he encontrado la caja de los clicks, donde estaban todos los muñecos y sus complementos, por lo que veréis que están con lo puesto. E incluso sin ello, porque los clicks medievales tenían un fallo. Y es que la pierna no era de un solo material, sino que la bota era de otro. Y con un uso muy continuado, como era el que yo les daba, se acababan rompiendo.


Estos que véis eran dos de mis muñecos preferidos. El pelirrojo era yo. Era el click que me representaba. Una pasada de muñeco. El otro, que no sé donde estará su pelo, era su fiel amigo. A pesar de ser mayor (tiene bigote) era un buen caballero, que siempre moría con honor para que yo me salvase y cumpliese la misión.


Así que por todos estos recuerdos que ahora tengo, Hans Beck, gracias. Aunque no he sabido de tí hasta leer la noticia de tu muerte, toda mi infancia ha estado marcada por tus geniales juguetes.

Ahora, un pequeño momento de homenaje. ¡Caballeros! ¡Espadas en alto! A mi señal, tres hurras al viento por vuestro creador.

Hip, hip... ¡¡HURRA!!

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Comentad, comentad. Cuanto más comentéis, antes volverá Cthulhu desde su encierro abisal en R'Lyeh.