Historia de una ida, una fiesta y una vuelta
Aquí Ki, caótico maligno. La entrada de hoy sale con retraso porque esta recién sacada del horno... literalmente.
Hoy me apetece contaros una historia. Es la historia de una ida, una fiesta y una vuelta, aunque pasará a los anales de la historia como “El Caso de la Carita Sonriente”
Esta historia, que como toda buena historia, empieza un viernes por la tarde en algún lugar indeterminado de la cuarta dimensión echando una partidilla. En este caso, la partida era de ciberpunk, más Asunto Pharmacón que se relatará a su debido tiempo.
Estábamos los tres reunidos, (¿Cómo que qué tres? Un ex-elfo todavía gay, un enano marica y yo) después de la inesperada partida de Leowin a lejanas tierras viciosas. Intentábamos matar al tiempo con nuestras uzis y recortadas, pero se nos hizo tarde y tuvimos hambre. Si me hubiera acordado de comprar la comida básica de todo rolero, pizzas, nunca hubiéramos tenido que hacer esa llamada. Pero no me acorde y la hicimos. Llamamos por teléfono ¿o era a través de la Red de Redes? En cualquier caso la siguiente conversación se produjo:
Madalenas, ¿no te jode?
Después de discutir durante 35 minutos acerca del contenido que debería tener nuestra comida, acabamos pidiendo como hacemos siempre: Una de 4 Quesos y otra mitad Hawaiana mitad Barbacoa. Estábamos en eso cuando nos acordamos de que hoy era el cumple de Anita, una niña pequeña muy mona que vive en la mente de Nimendil. Había que celebrarlo, y pedimos una cara feliz y contenta para ello. También decoramos la casa, nos disfrazamos y bailamos y cantamos canciones para recordar. O como dijo Guillermina, entrañables juegos y canciones de antaño... La Asociación Pifia atacaba de nuevo.
Ya puestos, le preparamos una trampa al pobre hombre que nos traería las viandas, aunque solo era fotográfica y salió un poco mal,y además blogger hizo desaparecer la foto despues de que yo me deshiciera de ella, asi que no hay documentacián gráfica de la cara del pizzero, pero bueno, lo más sorprendente fue que ¡si que nos trajeron la Carita Sonriente!