viernes, 4 de abril de 2008

Jay Coburn

Mi nombre es Jay. Ya se que aquí suena estúpido, y mas viniendo de donde vengo, pero mis padres eran muy progresistas y opinaban que los nombres no tenían porque indicar tu zona de procedencia. Eso me ha traído algunos problemas, pero para que negarlo, también ha tenido sus ventajas.

Nací en una mega urbanización, Nueva Dallas se llamaba. De padres europeos, me crié hablando griego en casa y la jerga de la calle fuera de ella. Me pasaba mucho tiempo en la calle. Mis padres nos querían, pero siendo yo el 5º de 6 hermanos, tenían que trabajar muy duro para mantener el alto tren de vida que llevábamos, así que prácticamente me criaron mis hermanas mayores. Me adoraban. Por eso fue mas terrible para ellas el asunto ese de mi detención.

A los 17 años ya sabia lo suficiente de ciberequipo y cirugía para empezar a realizar mis propios implantes callejeros. Cosas simples y legales. Vampiros, lentes de colores, transistores y toda esa mierda. Un tipo me pidió unas garras, pagaba bien y en metálico. Accedí.

Luego resulto que los cibers lo encontraron en dos días. Trece asesinatos y un par de robos a gran escala. Las garras procedían de un contacto mío que tenía la inteligente costumbre de grabar el material, y también era contacto de la poli. Vinieron a buscarme y tuve que huir. Me marche al desierto.

Allí me recogió una banda de desesperados con buen corazón, con los que estuve tres años. Me enseñaron a sobrevivir en terrenos hostiles y el valor de las armas antiguas. Incluso me casé. Me largué de allí cuando mi nueva esposa enloqueció. Demasiado metal y plástico, no lo necesitaba, pero ella se sentía mejor. No tenemos loqueros en el desierto, así que los locos mueren abandonados en el desierto.



Volví a la ciudad, termine mis estudios y llegue a tecnomédico de una importante corporación. Así hice amigos entre una banda de delincuentes menores a sueldo de la corporación. Nunca deje mis negocios ilegales, pero fabricaba mi propio material con piezas usadas y de repuesto. También empecé a investigar los psicotrópicos y las drogas, incluso explosivos llegue a montar. La vida era fácil, tenía un gran sueldo, tiempo libre y gente idiota mí alrededor.

Entonces volvió ella. A veces pasa. En el desierto no hay energía útil para los cacharros implantados, y se van desconectando uno a uno. Es como el loquero, pero sin la ayuda mágica de las drogas. Estaba casi completamente curada, aunque tenía secuelas. Me decidí a ayudarla, por los tiempos pasados. Le quite todo lo que llevaba y lo repuse, mi técnica era de las mejores y lo soporto. Poco después desapareció. Supongo que tenia asuntos de los que ocuparse.

Lo malo es que me había delatado yo solo. Demasiado material en demasiado poco tiempo. Los de la compañía empezaron a hacer peguntas.

Lo termino de arreglar mi amistad con un viejo enemigo. Otro tecnomédico de mi año, pero de una corporación rival. Que si vendía secretos, trapicheaba con drogas, toda esa mierda de nuevo.

Así que aquí estoy, sin trabajo, sin protección y lo más importante, sin equipo.

Esa es mi historia, ahora la pregunta:

¿Estas dispuesto a contratar a alguien como yo?

6 cosas (no) relacionadas:

Nimendil dijo...

Yo te necesito, basura. Perdí mi ojo izquierdo y pagué a un matasanos por uno nuevo. Pero la tecnomierda que me puso no tira bien, y sobre todo, creo que para hacerlo no era necesario quemarme media cara. Así que quiero un ciberóptico bueno, y una placa de cromo sobre la parte quemada.

Pero te advierto, chaval, que como no lo hagas bien acabarás como el otro. Y creo que no hay ciberimplantes para sustituir una cabeza aplastada contra un muro.

Khazum dijo...

Teconmedicos, implantes ciberneticos, tanques criogenicos...esto esta muy bien...

Ki dijo...

sere el tecnomedico mas poderoso de la galaxia!!

Nimendil dijo...

Eso o acabarás con una bala del 45 en la sesera.

Khazum dijo...

Mas bien lo segundo...

Ki dijo...

si, pero me podré criogenizar hasta que la ciencia encuentre una cura a mi "enfermedad"

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