Hacia Rutas Salvajes (2007)

Hacia tiempo que una película no me aburría tanto. Hacía tiempo que no deseaba salir de la sala a comprar palomitas. Hacía tiempo que no me planteaba dejar una película a medias. De hecho, no hace tanto tiempo; la última vez fue Michel Clayton. Pero el sopor de aquella, se duplica en esta. Sí, “En busca de Rutas Salvajes” es una película aburrida. He de decir que entré en la sala un poco por accidente, al no quedar entradas para “4 meses, 3 semanas y 2 días”.

El argumento parecía interesante: un joven americano recién licenciado decide huir de su vida y de los privilegios del dinero para recorrer los EE.UU a la aventura hasta llegar a Alaska. Supuestamente basado en hechos reales. Pero pierde toda veracidad cuando se van deslizando por la pantalla una serie de tópicos y de elementos forzados en la trama. En su viaje, Christopher, se va encontrando con una serie de personajes y situaciones que difícilmente realistas. El punto clave llega cuando se encuentra un autobús perfectamente preparado y arreglado para la subsistencia, abandonado en medio de una alta montaña nevada: con colchón, cubiertos, estufa, arroz... La verdad es que así, cualquiera podría subsistir. El problema llega, cuando nuestro querido protagonista, con matriculas de honor en todas las asignaturas de la carrera, lee mal un libro de botánica.

El colmo de la cinta llega con la pobre hermana pequeña sin vida propia como narradora de la historia. Y la trama paralela del trauma de los padres de ambos, por ser una pareja adúltera intentando guardar las apariencias, y unos niños traumatizados por ser hijos bastardos.

En fin, que hasta en una película de espíritu hippie y amor a la naturaleza, no falta el puritanismo propio del cine norteamericano.
Y por mencionar algo bueno: los increíbles paisajes y entornos naturales que se ofrecen a nuestra vista son de lo más espectacular (aunque esto no es mérito del director, por cierto Sean Penn, sino de la madre naturaleza y del gran angular)

Dicho queda, ved y juzgad.