No le digas a mi madre que soy árbitro de Blood Bowl, ella cree que soy pianista en un burdel
- Hola, corazones, buenas tardes. Hoy en Corazón de Metal, vuestro programa sobre la actualidad de los famosos, tenemos el testimonio de un orco que ha sufrido mucho. Un esforzado trabajador que representa a uno de los gremios más polémicos. Con todos ustedes, ¡el Señor X!
(Aplausos del público)
- Saludos, mi nombre no es Señor X. Estoy aquí representando al GABB, el Gremio de Árbitros de Blood Bowl.
(Murmullos descontentos del público)
Por razones obvias prefiero no desvelar mi nombre, así que una cómoda X se encargará de mantenerme en el seguro anonimato. Alguno se preguntará el porqué de tanto celo a la hora de ocultar el nombre cuando luego en el campo todo el mundo sabe quienes somos. Pues bien, eso es de lo que quiero hablaros.
Ser árbitro de Blood es una profesión maldita. Nadie nos quiere. Los comentaristas se ríen de nosotros. Los entrenadores nos insultan. Los jugadores nos pegan. Los hinchas nos atacan. Pero irónicamente, sin nosotros no habría juego.
El problema es que la animadversión que la gente siente hacia nosotros no se limita a los terrenos de juego. Fuera del campo también nos odia todo el mundo. Y eso, claro, afecta a nuestra vida social. Los árbitros, al igual que las personas normales, también tenemos familias. Y nuestras familias sufren la misma discriminación que sufrimos nosotros. En las pocas escuelas en que aceptan a nuestros hijos, sus compañeros les pegan cada vez que sus padres arbitran un partido. A nuestras mujeres no las dejan entrar en muchas tiendas, y en los mercados sólo les venden género de segunda calidad.
- Y dinos, Señor X, ¿como conseguís sobrevivir en tan duras condiciones?
- Pues tenemos que recurrir a ciertas tretas y estrategias habituales en nuestro gremio. Lo más útil, claro, es que la gente no sepa quiénes somos. Así que casi todos los árbitros utilizamos seudónimos. Y a aquellos que lo necesitan, el GABB les proporciona un empleo falso, una tapadera, para que puedan fingir ser ciudadanos normales. Muchas veces ni siquiera nuestras familias lo saben. Tengo muchos compañeros que engañan incluso a su mujer e hijos diciéndoles que en realidad son mineros, ladrones o guerreros. Todo porque no sufran la verguenza de tener un marido o un padre árbitro.
- ¡Que barbaridad!
- La verdad es que si. Se han llegado a dar casos de árbitros que han tenido que ayudar a linchar a un compañero del GABB para no desvelar su propia identidad.
- Bueno, Gorbag, cuentanos ahora sobre...
- ¡Hey! ¡¿Qué haces?! ¡Mi nombre!
- ¿Qué nombre? Ah, si, aquí lo tengo apuntado, Gorbag Hachanegra.
(Gritos exaltados del público)
- Pero, pero... ¿Y lo de Señor X? ¿Y lo de mantener mi identidad en secreto y todo eso?
- ¡Aisss, vaya! Que despiste... Vamos a publicidad...
- Bueno, pues ya que durantre esta pausa nuestro invitado de hoy ha sido brutalmente apaleado por el público no nos queda más remedio que finalizar el programa. Hasta mañana, corazones.
(Segunda parte el sábado (o cuando sea))
4 cosas (no) relacionadas:
jajaja
vaya despiste!
al menos no te clavaron hacha negra alguna
¿Estabas alli, dinorier?
Vaya, no sabía eso de los arbitros. !Viva la Dominatrix¡
con la palantir se ve todo, Ki
Publicar un comentario