domingo, 8 de febrero de 2009

Lionus Vern

Oigo ruidos de gente corriendo apresurada. Un disparo. Me levanto instantáneamente y hecho mano de mi subfusil automático. No lo encuentro. Intento encontrar mi armadura de titanio galvanizado al tungsteno en la semipenumbra de mi cubículo. No está. Empiezo a preocuparme. Busco frenético debajo de mi litera. Encuentro algo duro y pesado. Lo agarro y lo extraigo hasta donde pueda verlo. Parece el cañón de un arma increíblemente pesada, pero no es hueco. Lo levanto. ¿Qué coño es esto? ¿Un puto martillo? Se lo que es. Es un arma primitiva, como la que usaron mis ancestros en los orígenes de nuestra civilización en Valhala 3. He visto algunos dibujos en los libros, pero creía que solo existían en los museos. Joder, la batalla fuera se vuelve cada vez más cruenta. Oigo chillidos de agonía. Hay alguien que acaba de ser traspasado por un haz laser. Se siente el olor a carne quemada. Pues bien, si es un martillo lo que tengo para luchar, luchare con esto. Que no se diga que Lionus Vern fue un cobarde que abandonó a sus amigos. Aunque muera en el intento.

Me pongo mi tabardo, no es gran cosa, pero así ofrezco mas superficie a los disparos y no toda es vital. Agarro el martillo con las dos manos. Es pesado, pero de repente lo siento. En lo más profundo de mi alma, al atronador grito de cientos de guerreros muertos en combate antes de que yo naciera resuena en mi interior. Nunca me había sentido tan vivo. Sé que nací para esto.

Que le den por culo al Emperador. Que le den por culo a la Inquisición. Ahora solo estamos yo, mi martillo y mis enemigos. Muchos enemigos. Abro la puerta de una patada y lanzo un grito. No lo sé, pero ese grito de batalla no se había oído en el universo desde hacia diez mil años. Blando mi arma, destrozo una cabeza. Giro, ruedo a lo largo del pasillo. Esquivo balas, golpes y luces laser. Sigo repartiendo a todo el que veo. Si se mueve, hago que de quede quieto. Si vivía, muere.

No soy suficientemente rápido. Una bala penetra mi piel a la altura del brazo. Creo que me han partido una costilla, pero no siento el dolor. No por el momento. Mis enemigos me rodean. Son muchos. Más de lo que yo y mi martillo podemos arreglar. No se acercan. Cobardes. Se limitan a agujerearme con sus pistolas semiautomáticas. Grito un desafío a todos ellos, pero las heridas hacen que solo salga un sonido borboteante de mi boca, acompañado de una espuma sanguinolenta. Caigo y cesan los disparos. Siento como se acercan. A rematarme con palos y navajas. No merece la pena gastar más balas. En el último estertor, me levanto y hago danzar a mi martillo. Rompo un brazo o una pierna. Con suerte, una cabeza, nunca lo sabré.

Se me nubla la vista y veo a un hombre corpulento. Mucho. Es demasiado alto, demasiado fuerte y su voz parece un trueno.

Te esperábamos, Lionus. Tú eres el último. Creíamos que ya no llegarías, pero estaba escrito. Ahora ya puede empezar la batalla.




Historia basada en la partida de Dark Heresy, cortesia de la Asociacion Asgard de Villaviciosa del 25 y 26 de Octubre de 2008

2 cosas (no) relacionadas:

Nimendil dijo...

¿Eras... el elegido para el Ragnarok?

Ki dijo...

pse... la ultima parte es ficción...

Fui miserablemente engañado en esa partida. Mi personaje se suponia que era un "asesino de un mundo salvaje". Y un cojón de pato. Media dos metros, tenia el pelo rosa y llevaba ¡un puto hacha!

Joder, que era warhammer 40.000... ya podia ser por lo menos de monofilamento o algo... Lo peor es que mis compañeros eran un marine retirado (el unico con un arma decente, un rifle laser o algo asi) y una espia o comosellame que no sabia luchar.

Y los tres junticos nos fuimos a rajar en una parida de sajarraja de nivel 6... con pjs de nivel 1.

Fue divertido aplastar cabezas con un martillo que me encontre por ahi, pero cuando habian matado a todos mis compañeros y vinieron 3 policias mas armados con pistolas automaticas, mori heroicamente acribillado por una causa en la que no creia.

Y ni siquiera me dieron el premio al mejor jugador...

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