Reflexiones excusadas
Hola de nuevo, queridos lectores. Como podéis observar, no estoy escribiendo un domingo. Ya se adelantó en su momento que habría cambios en los días de redacción para ajustarnos al último golpe de estado que un servidor perpetró hace un mes. Además, está el asunto de que Bano se reincorpora, y me echa de los martes literarios, pero eso es harina de otro costal. Ya solucionaré mis cuentas pendientes con él y no os preocupéis, que os salpicará la sangre como a vosotros os gusta.
Deciros, de todos modos, que mis huesos han acabado en Santander, un lugar húmedo y frío como Irlanda, solo que con mas americanas por metro cuadrado, y cuyas tiendas de rol (Black Lotus y Némesis) tienen la extraña costumbre de desaparecer de la calle que tienen asignada y/o de estar cerradas a cal y canto, como si hubieran quebrado... Una lástima, porque prometían un verano apacible rodeado de orcos sangrientos y elfos maricas. Ahora tendré que hacerme pajas mentales yo solo, sin la ayuda de la comunidad friki nacional.
La historia de cómo acabé aquí es larga y compleja, y como estoy robándole la señal de Internet al vecino no creo que nunca la sepáis. La buena noticia es que no tendréis que sufrir ewoks emos durante una temporada. La mala, que ya tenía preparada una entrada sobre gungans emos.
No, realmente la mala, es que no sé si podré destilar humor inteligente para vosotros, ni de cualquier otro tipo, por lo menos hasta septiembre. Peor aún, tengo que examinarme de cosas complejas en dichas fechas por ser tan cateto de haber suspendido en junio, así que es posible que vuelva con más fuerzas que nunca para octubre. Hasta entonces, oh queridos lectores, tendréis que soportar algunos de los mejores relatos cortos jamás presentados en sociedad. Por algunos de ellos hasta gané menciones especiales, que viene a ser un premio de consolación para todos aquellos que no ganaron el concurso, así que sigue sin haber orcos de gominola para vosotros.
Para que esto siga pareciendo rolero, he de decir que en las dos semanas que llevo aquí, ser jugador de rol me ha salvado al menos dos veces la vida. La primera fue por una razón demasiado vergonzosa para contarla aquí, y la segunda en una cena. En dicha cena, a los nuevos profesores se les exigió como novatada que hablasen un poco en castellano antiguo. Los susodichos eran más tímidos que una liebre deslumbrada pillada in fraganti en una carretera y estuvieron cerca de dos horas haciéndose de rogar. Los veteranos, aburridos, decidieron que no solo los profesores nuevos tenían que hablar, sino los auxiliares administrativos novatos también. Lamentablemente, este segundo grupo me incluía a mí. Bueno, también a otro compañero, pero viéndolas venir, se fugo con la novia (una cuasi emo que no estaba nada mal) a su casa (de ella). Así que nada, me arme de valor, adopte la identidad de un Jay Coburn judío de la edad media y me lancé a hablar. Tanto y tan bien hablé, incluso les insulté y no se dieron cuenta, pardillos profesores, que me libré del castigo divino impuesto que consistía en ser arrojado por varias manos voluntariosas, y vestido, al estanque. El problema, además del obvio remojón, es que el susodicho estanque solo tiene dos dedos de agua, así que es muy probable que además haya mucha sangre y sesos esparcidos durante semanas, con todo el perjuicio sanitario que conlleva. En el momento de escribir esto, viernes a las 13:09, se debe de estar consumando la venganza asesina. Ya os contaré, frikis morbosos, con todo lujo de detalles.
Que no os extrañe la falta de documentación grafica, me olvide la cámara al recoger mis dados. Con un poco de suerte alguien me la traerá y la segunda mitad de agosto podréis disfrutar conmigo de las americanas (lamentablemente, son el 90% de la población universitaria, y los varones, exceptuando a dos, no tienen ni por asomo la misma magnitud física que las hembras) y puede que hasta haga fotos de otras cosas interesante, como los mini pingüinos del mini zoo
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pues si, soy muy feliz aqui. ¡Puedo andar desnudo por casa sin que nadie me diga nada!
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