El asunto Pharmacon (III)
Buenos días, bienvenidos a una nueva edición de Domingos de Rol, la sección de crónicas de partidas y demás historias roleras. Hoy continuaqmos con la historia del intento de robar el tanque criogénico de la torre de Pharmacon Industries.
Partida: El asunto Pharmacon
Master: Nimendil
Jugadores: Khazum, Ki, Leowin
Parte III: Huida hacia delante
Los supervivientes del grupo terrorista que asaltó la torre Pharmacon (los pejotas) huían en un helicóptero con dos rehenes: Jay Coburn, tecnomédico experto en tanques criogénicos (Ki), German "Napalm" Orozco, mercenario curtido, bien blindado y armado (Khazum) y Jonnhy Morgul, ex-sargento francotirador de los boinas verdes (Leowin) retenían por la fuerza al director de Pharmacon Eurasia y a un guardia jurado. El grupo saltó del helicóptero sobre un tejado, momentos antes de que este se estrellase contra el edificio de enfrente. La huida tenía que ser fácil. Les llevaban unos minutos a los chicos de la corporación y a la policía le costaria encontrarlos una vez que el helicóptero había sido destruido. Pero las cosas se complicaron.
Bajaron del tejado y enfrente del portal del edificio se toparon con un grupo de Cuchillas Sangrientas, una de las bandas más peligrosas de Mega 4. Los terroristas se refugiaron en el portal, mientras los pandilleros se parapetaban tras los coches aparcados. Un par de cuchillas, con trozeadores implantados en las manos se lanzaron al cuerpo cuerpo. Tras una tensa lucha a través de la reja del portal Napalm y Morgul consiguieron repelerlos. Comenzó entonces un tiroteo con los cuatro que esperaban en la calle. Mientras, Jay Coburn (esposado a Morris, el vigilante, que llevaba a rastras al director en coma de Pharmacon) investigó el garaje. Una puerta de seguridad media que ninguno de los presentes pudo forzar. Su táctica entonces fue subir al primer piso a apoyar en el tiroteo desde arriba. Uno de los residentes del primer piso le denegó la entrada, pero el otro resultó ser un viejo rockero gordo republicano anti-liberales fanático de las armas que le ofreció gustoso su ventana para disparar a los pandilleros. En un par de minutos el tiroteo había acabado, quedando todos los pandilleros fuera de combate, sangrando en la calle. Coburn fue simpático con el rockero y le agradeció su ayuda con 50 pavos. Los pejotas se iban ya a casa a dormir (faltaba ya poco para el amanecer) cuando una voz de megáfono despertó a todo el barrio: "¡Atención, aquí el Departamento de Policía de Megacity 4! ¡Les tenemos rodeados! ¡Depongan las armas y salgan con las manos en la cabeza!" Había llegado la madera. El vecino que no quiso ofrecer su casa para el tiroteo había alertado de que había gente disparando desde el portal. Eso, unido al aviso de un helicóptero estrellado en la casa de al lado, que correspondía con la descripción del helicóptero robado enfrente de la torre Pharmacon, hizo que el departamento de inteligencia policial atase cabos. Curiosamente llegaron antes que la corporación. Los dioses parecían estar de parte del comando asesino.
La huida del edificio parecía imposible. Pero dice el refrán que quién siembra vientos recoge tempestades. Coburn sembró un amistoso viento de 50 eurodólares y recogió una tormenta de odio hacia los liberales y demócratas: Iron Panzer, el rockero del primer piso, les prestó su coche para la huida y además se unió a la expedición. Comenzó entonces una trepidante persecución, durante la cual el grupo mantuvo una charla telefónica con su protector en la ciudad, Gordo Master, que les ofreció su apoyo para cuando se hubieran desecho de la presión policial. Los terroristas se lanzaron por las calles en una pick-up, con Morris, el vigilante, atado al capó y el ejecutivo en coma sentado al lado del conductor, protegidos por un rockero ultraderechista en pijama y un soldado en armadura pesada de combate que disparaban desde la parte descubierta del vehículo. El AV-4 de la policía los persiguió por toda la calle Princesa, casi desierta aún, en dirección Plaza de España. Coburn, al volante, arriesgó la papeleta, viró en un brusco 180 y comenzó a subir Princesa en sentido contrario. Napalm y Panzer mientras daban cuenta de los tiradores de la policía. Pero un AV tiene más potencia de fuego que dos hombres con fusiles. El cañón de 20mm empezó a escupir una lluvia de plomo sobre los fugitivos. Las balas atravesaron el cuerpo (y la cabeza (varias veces)) de Morris, que iba atado en el capó e impactaron en el motor. El coche empezó a hacer extraños y el AV seguía disparando. Coburn controló el coche como pudo y se metió por una calle pequeña. Otro giro inesperado del vehículo lanzó al grupo de cabeza al centro comercial, todavía cerrado. Las estanterías del Chromefour terminaron de estropiciar el vehículo y los terroristas acabaron dispersos por el suelo, en diversos estados de magulladura. Los megáfonos de la policía anunciaban que estaban rodeando el edificio (¿por qué los polis siempre avisan de sus intenciones a voz en grito?).
El grupo se refugió en el almacén subterráneo, con intención de hacerse fuertes allí. Pero estaban todos más o menos conmocionados y ninguno se encargó de mantener a raya a los enemigos aprovechando que estos tenían que bajar forzosamente por el hueco estrecho de las escaleras. Así que tres GEOs consiguieron acceder al sotano y comenzó un nuevo tiroteo. Germán y Panzer los mantenían a raya, mientras Morgul y Coburn buscaban un medio de escape. Coburn decidió dejar al directivo corporativo escondido en una caja de suminsitros para que fuese recogido más tarde por Gordo Master. Después intentó flanquear a los GEO apoyado por Morgul. Los policías estaban dándolo todo, incluso lanzando granadas lacrimógenas, pero el fuego de cobertura de los dos terroristas empezaba a hacer mella en ellos. La temible escopeta de Iron Panzer repartía plomo por todo el almacén. Uno de los polis cayó con varios impactos. Mientras, Jay Coburn y Morgul habían rodeado a los dos azules supervivientes. El ataque sorpresa no fue todo lo efectivo que pudo haber sido, y uno de los policías especiales los descubrió y abrió fuego. Las balas iban dirigidas contra Morgul, de aspecto más amenzador de los dos (recordad, un inmenso militar calvo homosexual), que las encajó todas con la profesionalidad de un saco de harina. A Germán se le hincharon las narices y comenzó con las granadas. Una a los GEO, para mantenerlos ocupados, y otra a la puerta levadiza del almacén, que no habían conseguido forzar. Después corrió fuera por el boquete en la puerta de chapa, a asegurar el perímetro, cubriendo su huida con una ráfaga de contención. Jay Coburn arrastró el cuerpo herido de su inconsciente (había perdido el sentido, no es que fuese un alocado) amigo. Iron Panzer les daba cobertura disparando su escopeta de combate. Otro de los muchachos de las fuerzas especiales cayó muerto con medio cuerpo convertido en hamburguesa. Después de unos últimos tiros de cobertura y unas cuantas amenzas para el primero que saliera a parsegirlos, él mismo salió al exterior, a reunirse con sus compañeros.
Y así estaba la situación. Jay y Germán, en diversos grados de magulladura. Morgul con necesidad urgente de un par de miembros de repuesto y de una larga estancia en Dia Utam. Iron Panzer con un tiro en la cabeza que no lo mató por poco y que le hacía disparar bastante a ciegas.
Las cosas perecen jodidas (y lo estaban) pero ¿podrán nuestros héroes escapar de esa situación? Lo veremos el próximo domingo en la última parte de esta partida.
Creo que merece la pena reseñar que esta partida fue jugada en una situación extrema. En la misma casa en la que nosotros intentábamos recrear el ambiente de un futuro oscuro y violento, un grupo de post-adolescentes reventonas celebraban una fiesta de pijamas y no paraban de incitarnos a unirnos a ellas, cual súcubos tentadores. Para vuestra tranquilidad y la de las madres de las chavalas, os aseguro que nos mantuvimos como hombres y no dejamos de rolear en toda la noche.
1 cosas (no) relacionadas:
tampoco era para tanto, ¿no? solo viejas cuentas de sangre que saldar
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