Ciclo "El increíble mundo de Conan"- Kull el Conquistador y Tranicos el Pirata
"Moraba en él la nostalgia, y sueños extraños y luminosos rondaban por su alma"
-Kull: Kull el Conquistador, el más poderoso monarca de la Edad Precataclísmica, magnífico en cuerpo y mente, en pensamiento y en obras, se labró una leyenda en el trono de la legendaria Valusia, unos 8.000 años antes de que Conan de Cimmeria se sentara también en el centro del mundo hyborio.
Nacido bárbaro en la pagana Atlantis, huérfano desde la infancia, vagó por los bosques como un mono sin pelo junto con su familia adoptiva, los grandes felinos rayados del Valle de los Tigres, hasta que, un día los hombres de la Tribu de la Montaña Marina le encontraron y le llevaron con su clan. No tardó en superar a los hombres de la tribu en el pugilato y el tiro de lanza, pero su mente inquieta y carácter visionario le separaron siempre de los demás… era a veces irreverente, preguntaba e indagaba, quizá como resultado del mismo misterio que le envolvía por su temprana orfandad, y porque no sabía nada de sus orígenes.
También desde la infancia, aunque hubiera de convertirse en un luchador sanguinario y temible, Kull se sintió atraído por la civilización, y vio en visiones que una corona de oro y un poderoso reino caían en su poder. Así, con su fiera independencia y resolución, Kull tenía que entrar tarde o temprano en conflicto con la estrechez de miras y con las antiguas tradiciones de su tribu. Así, un día, cuando no pudo salvar a una muchacha de ser torturada hasta la muerte por haber amado a un forastero, la mató con una daga para ahorrarle padecimientos, y tuvo que huir de sus airados compatriotas por haberles arruinado su cruel diversión.
Quizá para expiar aquella sangrienta, si bien necesaria hazaña, Kull trató durante el resto de su vida a las mujeres con extremada caballerosidad y compasión. Al huir de Atlantis por mar, fue capturado por los piratas lemurios, que le obligaron a bogar encadenado al remo. Tras dos amargos años, logró derrotar a dos guardias borrachos y escapó a nada hasta las costas de Valusia, donde no tardó en unirse a una cuadrilla de forajidos de los montes hasta que por fin fue capturado y confinado en la mazmorras de la Ciudad de las Maravillas.
Al notar la fortaleza física de Kull, las autoridades le sentenciaron a la arena de gladiadores del rey Borna, donde encandiló a las multitudes. Un aristócrata valusio, el conde Murom bora Ballín, reconoció la nobleza de espíritu del joven y le pagó la libertad y la incorporación al ejército. La capacidad natural de Kull para el mando no tardó en imponerse, y poco después ascendió al rango de comandante del regimiento personal del rey, la Legión Negra.
Entonces, Kull se vio complicado sin saberlo en una conjura que tuvo como desenlace la ascensión del propio Kull al Trono de Topacio, como siempre había soñado, y al hacerlo frustró al candidato de los conspiradores, el fatuo Kaanuub, barón de Blaal. En su duelo a muerte con Borna, Kull sufrió una herida en la mejilla derecha, símbolo de la violencia con la que se apoderó de la corona y la retuvo siempre.
Poco después de su primer desfile triunfal, y con la ayuda de Brule el Asesino de la Lanza, embajador picto de la corte, descubrió la repulsiva amenaza de la Antigua raza de los Hombres-Serpiente, y les infligió la primera de muchas derrotas. Aunque la magia de Thulsa Doom lograra expulsarle del trono por cierto tiempo, en el que Kull viajó y vivió varias aventuras relacionadas con lo sobrenatural, el atlante regresó finalmente a la Ciudad de las Maravillas y recobró el trono. Allí reino con la ayuda del anciando consejero Tu, de Brule el Asesino de la lanza y del trovador Ridondo, que se había opuesto a Kull en los primeros tiempos de su reinado. El conde Murom bora Ballin, Kuthulos el esclavo filósofo y Ka-Un, el anciano picto, alcanzaron también cierta relevancia en su corte.
Los últimos tiempos del reinado de Kull devinieron en una edad dorada, en la que el glorioso rey dividió su tiempo entre la expansión y defensa de Valusia, y la búsqueda de saber, en un intento por desentrañar los enigmas últimos de la realidad.
"La muerte guarda el tesoro del viejo Tranicos."
- Tránicos: Tranicos el Sanguinario fue el más grande de los piratas barachanos que navegaron por los mares del mundo hyborio. En la cúspide de su carrera, asaltó la isla fortificada de un príncipe exiliado estigio, Tothmekri, mató a todos sus habitantes y se apoderó de un fabuloso tesoro que el príncipe había traído de su nativa Khemi. La leyenda del botín de Tranicos llegó a todos los oídos y, poco tiempo después, todos los piratas de su época soñaban en arrebatarle su fortuna. Temiendo que su propia flota le traicionara, Tranicos navegó hacia el norte en un solo barco y ancló en una bahía de los yermos pictos, bajo a tierra con once hombres y masacraron todos juntos una aldea picta con sangrientas espadas. Entonces eligió una cueva cercana y escondió allí el tesoro: El botín de Khemi, las joyas de Tothmekri, monedas de oro, gemas sin precio, así como sus propios cofres de sedas y encajes, atavíos, armas y ornamentos.
Pero un chamán picto sobreviviente de la matanza invocó a un siniestro demonio, que estranguló a Tranicos y sus hombres mientras estos celebraban un festín en la cueva. Ese mismo demonio todavía vigila la cueva entre brillantes brumas azules; el gigantesco pirata y sus once capitanes siguen sentados en torno a una mesa de ébano, contemplando su tesoro, muertos pero no putrefactos. Aún sujetan sus copas de vino con la mano. Según los cronistas, ni siquiera Conan de Cimmeria pudo derrotar al demonio de la Cueva de Tranicos.
Esto es to, esto es to, esto es todo amigos. Hasta la semana que viene.
1 cosas (no) relacionadas:
Qué podría decir sobre Kull que no se haya dicho ya...
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