Berserker
Allí estábamos los tres. Aquella oscura y pestilente mina enana abandonada. Bueno, no tan abandonada. Los enanos esperaban fuera. Lo que ahora me preocupaba era el enjambre de arañas que, según se decía, había hecho de aquel agujero su nuevo hogar después de la caída del meteorito.
El basto mercenario humano, con su cota de malla oxidada y sucia tras tantas batallas, aguardaba órdenes como solo un mercenario puede hacerlo. Estoico, paciente, el escudo, de pino verde y sin blasones, en la espalda, la espada, desenvainada y reluciente, en la diestra. Ese trozo de acero barato asustaba. Era afilado durante horas cada noche, a lo largo de las interminables guardias, hasta dejarlo tan afilado que podría cortar un copo de lana. Arma tosca y fea, tenía un color tan negro como la muerte. Como la muerte que tan alegre había repartido a lo largo y ancho del mundo.
Mi otro compañero no parecía tan amenazador, aunque tampoco tan útil. Un inquieto kender exploraba los alrededores de la entrada, recogiendo piedras, aplastando bichos y lanzando grititos de satisfacción que me sacaban de quicio. No me gusta, -me dije- pero no soy yo el que paga.
Yo completaba el grupo. Recién salido del último examen en la Altas Torres, trabajaba como mago mercenario a cambio de un poco de oro para sufragar los gastos de mis experimentos. La magia fluía en mí como parte de mi savia vital, podía sentirla y eso me excitaba. Me preparaba para lo que iba a venir, había estado estudiando mis conjuros más poderosos todo el tiempo que los mineros tardaron en despejar la entrada de la cueva.
Di la orden. El mercenario, Glaurag, echo a andar instantáneamente. El kender le siguió correteando. Fui tras ellos. Quizá fue un error, yo habría visto lo que se nos echaba encima, pero Glaurag no lo vio. Antes de que se me acostumbrasen los ojos a la oscuridad, oí el susurro. Un sonido chasqueante, de miles de patas rozando contra la piedra. Quise advertir a los demás, pero ya era tarde. Cuando encendí la antorcha, lo que vi me dejo paralizado. Arañas, arañas grandes como una silla de posada habían caído sobre el kender, no sabría decir cuántas. Mientras que Glaurag detenía a dos con su espada. Y se acercaban más por el corredor. No lo pensé más. La magia crepito alrededor de mi cuerpo, fluyendo a través de mí. La controlaba, me poseía. Veía luces de colores danzando a mi alrededor mientras empezaba el cantico y mis dedos ordenaban los ingredientes que sacaba de mis bolsillos en las mangas.
Como todas las otras veces mientras practicaba. Como la primera vez.
-Tuvimos que agarrarle entre cuatro, estaba completamente fuera de control. Cuando nos vio se lanzo contra nosotros enarbolando ese cayado que lleva y haciéndolo girar por encima de la cabeza. No paraba de gritar.
-Sí, pero por lo que parece, les salvo la vida al otro humano y al mediano. Y acabo con las arañas. Creo que estaba en estado de furia. He oído hablar que algunos humanos, entran en lo que ellos llaman berserkir. No sienten el dolor, ni el frio, ni nada. Pero suelen ser guerreros barbaros del Norte, raramente gondorianos. Y nunca he odio de un mago al que le suceda.
Historia basada en la partida La mina Enana del 5 de octubre de 2008, cortesia de Mr. Bano Tuk
6 cosas (no) relacionadas:
Pues ya tiene que ser grande, o resistente, o afortunado, porque yo no pagaría por un mago con furia asesina.
de hecho, ese fue Simkin, el de la Pluma. seguiréis oyendo hablar de él, el primer PJ de nuestras campañas en superar el nivel 4 y vivir para contarlo. Lamentablemente tuvo un percance con un Master cabrón y su alineamiento cambió de legal neutral a caótico maligno, y ahora es Simkin, el nigromante, a punto de pasar a nivel 7 y con mucho el mago más poderoso de la historia... aunque le guste repartir caña con su bastón
No es que sea grande, ni resistente, ni afortunado, ni poderoso siquiera... debe ser que no había nada mejor entre las espadas de alquiler de la zona.
Yo me perdí esa partida. Una pena, porque me han dicho que el veneno de araña se está cotizando bien esta temporada.
Ejem, era Glaurung de Umbar, un temible corsario.
Una cosita, no es por joder Ki, pero que yo sepa...el que repartío estopa a las arañas, fui yo y no tu asqueroso mago. Bien es verdad que mientras yo mataba arañas tu me inyectabas el antídoto, pero...
Que no os engañe Ki, si cambiaste a caótico maligno no fue poor mi culpa, sino por tus actos. Acept las consecuencias de tus acciones. No está bien aprovechar la magia para robar a las humildes gentes de un pueblo, y está menos bien secuestrar a dos personas y torturarlas hasta la muerte. Se sea el agresor o tan solo el complice.
La magia se debe usar bien, si la usas mal te corrompes y eso es lo qeu te pasó a ti.
En el reverso tenebroso te adentraste, joven pajawan.
pajawan?
la verdad es que desde que mi mago de nivel 6 tiene el potencial de ataque de un humano de nivel 1 a veces me olvido de la magia...
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